su cabecita reclinada sobre mi hombro,
su manito jugando con mis dedos...
- Cantame, me dice.
Y le canto...
Y de pronto ya no es mi habitación,
ya no es mi cama,
y la voz que me llega a través de los años
es la de la abuela Rosa...
"Hay santa María,
¿porqué llora el Niño?
Por una manzana
que se le ha perdido.
Véngase a mi casa,
yo le daré dos,
una para el Niño
y otra para vos"...
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